Nos narra Félix Coluccio en su imperdible "Diccionario Folklórico Argentino" que el chajá habita en zonas de lagunas y ríos, y si bien es un ave con habilidad para volar muy alto como las demás rapaces, vive como animal domesticado. Es un ave monógama y lo único que lo separa de su pareja es la muerte , por ello se las ha llamado aves del amor, aves inseparables.
Esta leyenda tiene influencia religiosa, y nos cuenta que dos jovencitas estaban lavando la ropa en un río cuando llegaron Jesús y San Pedro, quienes habiéndoles pedido agua para beber, las muchachas le alcanzaron agua con jabón y por eso fueron maldecidas, y al querer irse, en lugar de decir yajá (vamos, en guaraní), dijeron chajá y salieron volando convertidas en pájaro.
Desde entonces sus carnes no sirven para comerse pues es pura espuma, y como se dice comúnmente: pura espuma como el chajá.
Nos cuenta Coluccio que en el Chaco hay una versión parecida:
Dos mujeres lavaban su ropa cuando se acercó una anciana para pedir agua, éstas le acercaron agua sucia y con jabón y se dijeron la una a la otra: yajá. La viejita, que era la Virgen María, al darse cuenta de la maldad de ellas, las convirtió en aves para gritar eternamente: chajá, chajá.
Se dice que si se duerme con una pluma de chajá debajo del colchon, se tendrá un oído fino y alerta.
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