Argumento:
Nunca se piensa en la política como algo ético, pues en la mayoría de los casos quienes la ejercen piensan en reprender al vecino antes de mejorarse a sí mismos. Se les atribuyen frecuentemente poderes sobrehumanos que conducen a la decepción de quienes los han elegido. Sin embargo, en cuanto a su finalidad, la ética y la política están muy relacionadas, ya que el objetivo de la política es organizar la convivencia social para permitir que, con la ética, cada individuo elija lo que más le conviene. En cuanto a diferencias, podría decirse que la ética se ocupa de lo que cada cual hace con su libertad, mientras que la política coordina cómo muchos manejan la misma. Para la ética es importante "querer bien", para la política cuentan los resultados, nunca los medios. "La ética no puede esperar a la política" y por ello en ningún orden político, por malo que sea, habrá quienes ya no puedan ser buenos. En un estado utópico, todos serían automáticamente buenos porque las circunstancias impedirían la presencia del mal. La buena vida incluye, pues, un proyecto político basado en la libertad, la justicia y la asistencia en el que la dignidad de los individuos sea respetada. Los derechos humanos son las exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política. Ya que muchos problemas hoy pueden ser resueltos a nivel global, la fragmentación política entorpece el proceso. El mantener la Tierra habitable es tarea de los hombres como comunidad mundial, para lo cual se requiere tolerancia y la eliminación de ideologías fanáticas.
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