17 de marzo de 2013

Sistema Múscular


Las piezas del esqueleto son órganos pasivos que no pueden efectuar movimiento alguno, a menos que intervengan los músculos, órganos activos.
Están formados por células que tienen aspecto de huso, llamadas fibras musculares, las cuales se hallan reunidas en haces o masas.
Estas agrupaciones se encuentran cubiertas por la aponeurosis, que es una vaina o membrana resistente que impide que el músculo se desplace, y el perimisio, otra finísima membrana que, envolviéndolo también, separa unos haces de otros.
El movimiento se logra mediante la contracción de células musculares, que hacen trabajo mecánico al contraerse, en cuyo acto se acortan y ensanchan. Están formadas por las proteínas miosina y actina.



En el cuerpo humano hay tres tipos de músculos: estriado, liso y cardíaco.
Cuando están constituidos por fibras lisas reciben el nombre de músculos lisos y suelen ser de color pálido, tienen lenta contracción y no están sometidos a la acción de la voluntad. Se encuentran en las paredes del tubo digestivo, en las capas medias de las paredes de los vasos arteriales y demás órganos internos.
Si las fibras que los forman son estriadas, se llaman músculos estriados, son rojizos, de contracción brusca y sus movimientos dependen de la voluntad del sujeto. Constituyen las grandes masa musculares que se unen a los huesos del cuerpo.
La función muscular se verifica mediante las siguientes propiedades: excitabilidad, por la cual el músculo responde a un estímulo con una reacción determinada; la contractilidad, mediante la que se contrae al acortar sus fibras; la elasticidad, que permite que un músculo contraido recupere su forma; y la tonicidad, gracias a la cual el músculo queda siempre semicontraido, ejerciendo de modo permanente una acción sobre los huesos a los que está adherido.

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