El gallo, anunció:
- ¡Cristo náacee!
Y baló la oveja:
- En Be-lé-n.
Una cotorra pasó diciendo:
- Vaamos, vaamos.
Y el cerdo rezongó:
- No, no, no.
Pero el carancho dijo:
- Lo veré, lo veré.
Y lapalomita, con gran ternura:
- ¡Hijo de Santa María!
Como se ve, todos alabaron, de alguna manera a Dios recién nacido menos el cerdo. De allí que esté condenado a arrastrar el hocico entre el barro y la mugre, repitiendo: - No, no, no.
- ¡Cristo náacee!
Y baló la oveja:
- En Be-lé-n.
Una cotorra pasó diciendo:
- Vaamos, vaamos.
Y el cerdo rezongó:
- No, no, no.
Pero el carancho dijo:
- Lo veré, lo veré.
Y lapalomita, con gran ternura:
- ¡Hijo de Santa María!
Como se ve, todos alabaron, de alguna manera a Dios recién nacido menos el cerdo. De allí que esté condenado a arrastrar el hocico entre el barro y la mugre, repitiendo: - No, no, no.
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