Érase una vez a la orilla de un gran río en el Norte de Alemania una ciudad llamada Hamelin. Sus ciudadanos eran gente honesta que vivía felizmente en sus casas de piedra gris. Los años pasaron, y la ciudad se hizo rica y próspera. Hasta que un día, sucedió algo insólito que perturbó su paz.
Hamelin siempre había tenido ratas, y bastantes, pero nunca habían sido un peligro, pues los gatos las mantenían a rayo de la manera habitual: cazándolas. Pero de pronto, las ratas comenzaron a multiplicarse.Con el tiempo, una gran marea de ratas cubría la ciudad. Primero atacaron las tiendas y graneros, y cuando no les quedó nada, fueron por madera, ropa o cualquier cosa.
Lo único que no comían era el metal. Los aterrados ciudadanos se manifestaron ante el ayuntamiento para que los librara de la plaga de ratas, pero el consejo ya
llevaba tiempo reunido tratando de pensar un plan.
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